En busca del Minotauro en el Palacio de Knossos

Uno de los principales lugares que ver en Creta es, sin lugar a dudas, el Palacio de Knossos -también llamado Cnosos-; el lugar que alberga el famoso Laberinto del Minotauro. Imprescindible tanto para los amantes de la historia como para los apasionados de la mitología.

Teníamos cierta curiosidad, pues siempre creímos que se llamaba así porque era eso mismo, un laberinto. Y en cierto modo lo es, pero no del todo… 😉

El Palacio de Knossos está situado a escasos 6 km de Heraklion -capital de Creta-, en cuyo Museo Arqueológico podemos encontrar los restos originales más significativos del palacio, como es el caso de distintas pinturas rescatadas de las ruinas.  Pero… centrémonos en el Palacio.

Aunque el palacio se puede visitar por tu cuenta…

… nosotros decidimos contar con la ayuda de un guía especializado que se conociera el palacio/laberinto como la palma de su mano. De esta forma, no habría peligro de perderse ningún detalle; ni de la historia, ni de las distintas estancias que íbamos a recorrer. 🙂

El coste del guía nos resultó un poco excesivo -80€, 6 personas-. Sobre todo porque daba igual que el grupo fuera de 6, 5 o menos; la tarifa era fija. 🙁

De todas formas, no nos podemos quejar, pues tuvimos bastante suerte. La entrada al palacio costaba 6 € por persona pero era gratuita si disponías de carnet de estudiante o si eras menor de edad. Como de los 4 que éramos, 3 cumplíamos alguna de esas situaciones, en lugar de 24 € que tendríamos que haber pagado, sólo abonamos 6€. 😉

Además, pensábamos que los horarios serían algo restringidos. ¡Para nada! El Palacio de Knossos se puede visitar diariamente de 8:00 a 20:00 horas.

Nuestro simpático y expresivo guía, además de en otros idiomas, se manejaba muy bien con el castellano, por lo que nos fue muy fácil seguir todas sus indicaciones y explicaciones. 🙂

Entre una estancia y otra, el guía nos iba relatando los acontecimientos y leyendas más importantes, como la famosa historia mitológica del Minotauro -de nombre Asterión-, una pobre criatura con cuerpo de hombre y cabeza de toro, fruto del “amor” de Pasifae, esposa del Rey Minos, y un Toro blanco.

El Minotauro, que acostumbraba a comer carne humana, fue encerrado en un laberinto que Minos ordenó construir a Dédalo. Para mantener bien alimentado al Minotauro y que no escapara del laberinto y se hinchara a su antojo con los cretenses, Minos decidió hacer un pacto con el pueblo de Atenas.

Al hijo de Minos lo habían matado después de ganar los juegos en Atenas en honor a Minerva. Minos, como represalía, tomó brutalmente la ciudad de Megara e hizo que la capital griega se rindiera. Como condición por esta rendición, Atenas debería rendir un tributo a Creta; cada nueve años (otras versiones dicen que la frecuencia era anual) entregarían a siete doncellas y siete muchachos para alimentar al Minotauro, estableciendo como condición que si alguno de los enviados lograba matar al Minotauro, liberaría a sus compañeros y el pacto quedaría saldado.

Y fue Teseo, hijo del Rey de Atenas, quién consiguió matar al Minotauro con una espada que le había dado Ariadna, hija de Minos, quien además le había proporcionado un ovillo de lana para que lograra salir del laberinto; ambos se habían enamorado…

Fue en este momento cuando supimos que el famoso Laberinto del Minotauro no era una construcción diferente al Palacio de Knossos, sino que era el propio palacio el que, desde su descubrimiento en 1900 por Arthur Evans, fue considerado un auténtico laberinto, dada su magnitud y estructura; 2200 metros cuadrados y 1500 estancias.

Recorremos el Palacio de Knossos

Según entramos en el Palacio de Knossos nos encontramos con tres pozos. En ellos se tiraban los huesos de los toros que habían sido sacrificados con el fin de ofrecérselos en ofrenda a la Diosa Divinidad. 🙁

Lo que más llama la atención de esta laberíntica construcción, además de las muchas estancias que tiene el palacio y de todos los recobecos, son las pinturas.

Todas ellas son reproducciones para evitar el deterioro de las originales por estar a la intemperie. Las originales, como ya comentaba al principio de este post, se pueden disfrutar en el Museo Arqueológico de Heraklion.

Para mí (Sara, la hermana de Mar), una de las mejores fue la que estaba situada en la estancia de la Reina, un fresco de alegres colores en el que se representan delfines nadando.

Los delfines representaban la paz en la cultura minoica y parece que, por aquella época, era muy habitual verlos en el mar Egeo y otras zonas  del Mediterráneo. 🙂

Una de las estancias que más expectación genera es la Sala del Trono, donde se puede observar el trono original de alabastro de más de ¡4000 años de antigüedad! A modo de curiosidad, este resistente material lo traían directamente de la Isla de Spinalonga.

En esta misma sala, en la pared que hay justo detrás del trono, vemos un fresco, también una copia del original. En él están representados los Grifos, ser mitológico mezcla de un águila, un león y una serpiente; simbolizan el aire, la tierra y lo subterráneo, respectivamente.

¡Tuvimos una suerte tremenda! Normalmente esta sala está tan plagada de visitantes que resulta imposible sacar una fotografía… 🙂

Algo que el guía no paraba de repetirnos una y otra vez era la importancia del símbolo del hacha doble, forma en la que los minoicos representaban los dos poderes de la época: la Política y la Religión y que podíamos ver grabado en muchas de las construcciones.

Un detalle que nos llamó la atención fue descubrir que disponían de sistema de canalización hace 4000 años.

Similar al de nuestro tiempo, consistía en un sistema de doble canalización: las tuberías de arcilla eran para el agua potable, y las que eran de piedra se destinaban para las aguas residuales.

Además, podemos decir que hemos visto el primer baño que disponía de bañera (muy similar a las actuales) y agua corriente. Por supuesto, era el de la Reina. 😉 Se encuentra en una estancia cerrada con una puerta de metal con rejas, así que, si bien no se puede acceder, se puede ver perfectamente. Resulta bastante curioso.

Entramos en una sala en la que vimos uno de los frescos más llamativos y famosos de todo el palacio, el fresco que representa la veneración a las fiestas taurinas que se celebraban en aquella época. El toro era un animal muy significativo y venerado, tanto en la caza del toro como en otro tipo de festividades que se realizaban alrededor del animal, participaban de igual modo hombres y mujeres -representadas con el color blanco-.

Al salir de esta sala, nuestro guía nos detalló que la época Minoica iba desde el año 2600 a. c. aproximadamente hasta el año 1100 a. c. más o menos, cuando llegaron los Dorios, personajes altos, rubios y de ojos azules. Ellos introdujeron los caballos, el hierro y la cremación… No pudimos evitar encontrar semejanzas con uno de los episodios más tristes de nuestra historia reciente… 🙁

Aunque no está muy claro, parece que invadieron algunas islas del Mar Egeo. Esto se presupone porque coincide con la destrucción de algunos palacios de la época minoica, como es el caso de Knossos.

Durante la visita podemos ver muchas columnas o marcas donde éstas se encontraban. El palacio estaba repleto de ellas pero por desgracia, las originales eran de madera y no han llegado a nuestros días, así que las que vemos son réplicas hechas en piedra y cemento, del proceso de restauración que llevó a cabo Arthur Evans.

También podemos ver una cantidad importante de vasijas que pertenecen al primer palacio, que quedó destruido por un terremoto. Tiempo después sufrió la devastación a causa de la entrada en erupción del volcán de Santorini. Tras este desastre natural, el palacio se fue deteriorando poco a poco y terminó abandonado.

Tras una hora de recorrido por nuestra más antigua historia llegamos a uno de los iconos más importantes de la visita, el Teatro. Un espacio cuadrado donde se llevaban a cabo competiciones deportivas y unas gradas perfectamente definidas a su alrededor conforman el que es ¡el Teatro más antiguo del mundo! 🙂

Desde aquí mismo parte un sendero que antaño llevaba hasta la ciudad de Knossos. Por lo menos, eso dicen los libros. Sobre él, el guía nos comentó que está considerado como el primer camino/sendero registrado como tal en nuestra historia.

Y como imagen final de nuestro recorrido, la de una escultura algo deteriorada representando las astas de un toro. Este animal, tan querido para los minoicos, tenía que tener su lugar privilegiado en el palacio.

Sin duda alguna mereció muchísimo la pena haber contado con la sabiduría de nuestro guía. 80€ muy bien empleados. De no haberlo hecho, no habríamos conocido muchas de las anécdotas y curiosidades del descomunal Palacio de Knossos y de los que allí lo habitaron. Curiosidades que ayudan, y mucho, ¡a entender de dónde venimos! 🙂

Para terminar con la visita, algo indispensable. Si tienes pensando llevar algún souvenir, aprovecha y cómpralo en las tiendas de souvenirs que encuentras a la salida del Palacio de Knossos. Hay mucha variedad, cosas muy bonitas y a muy buen precio: camisetas con motivos mitológicos desde 3€, adornos y elementos decorativos desde 5€ y artículos de plata y ópalo azul desde 9€.

Esperamos que en tu visita disfrutes tanto como lo hicimos nosotros. 😉