Una de los mayores atractivos y la más bonita ruta de senderismo del Norte de Extremadura, el Chorro de la Meancera es un lugar único en Las Hurdes
El Chorro de la Meancera, al que también se le conoce como Chorro de la Miacera, es uno de los mayores atractivos naturales y de las más bonitas rutas de senderismo del Norte de Extremadura. Situado en El Gasco -una recóndita y pintoresca alquería de Nuñomoral, en la región de Las Hurdes-, este salto de agua de más de 100 metros de altitud, deja boquiabierto a todo aquel que lo visita.
Nosotras teníamos bastante curiosidad por descubrirlo. Imaginábamos que no lo veríamos en pleno apogeo (agosto no es la mejor época…) pero aún así nos hacía mucha ilu hacerle una visitilla.
Al llegar a la pedanía de El Gasco (por la EX-368 desde Nuñomoral), dejamos el coche en un hueco que encontramos por casualidad en una de las calles que desembocan en la placeta central. El Gasco es muy pequeñito -apenas son 170 habitantes- y el entorno natural que lo arropa demasiado goloso para amantes del senderismo… Quizás por eso, el ayuntamiento ha empezado a construir un parking de varias plantas… Seguro que para la próxima temporada ya está acabado y resulta más fácil encontrar aparcamiento. 😉
Preguntamos el camino a seguir a un majete abuelito lugareño, ya que no veíamos ningún cartelito con las indicaciones.
Y, efectivamente, de una de las calles que daba a esa misma placeta, salía un callejón en el que un cartelito bastante deteriorado nos indicaba “RUTA POR LAS HURDES – Chorro de la Meancera“.
Hacia el Chorro de la Meancera
Ni cortas ni perezosas, y con nuestros respectivos sombreros y botellas de agua, iniciamos los 3 kilómetros que nos separaban del famoso Chorro de la Meancera. 🙂
El caminito era muy cómodo, el primer tramo estaba perfectamente acondicionado y discurría pegadito a la garganta que forma el río Malvellido.
Las vistas nos parecían realmente formidables, el agua que emanaba de las laderas formaba pequeños riachuelos mientras caía al río.
Los intensos verdes de árboles y arbustos, con la encina como protagonista, nos llenaban la vista a cada paso que dábamos… Sin duda alguna, estábamos inmersas en un profundo y bello paraje natural, un espectacular entorno que había convertido nuestra excursión en ¡una auténtica delicia! 😀
A nuestro paso, en sendos lados del camino, unas enormes pedreras de pizarra de diferentes formas y grosores remarcaban la omnipresente existencia de este tipo de material en la comarca hurdana. Una comarca que, desde siempre, ha sabido aprovechar todos los recursos naturales de los que disponía y que con el paso del tiempo ha conseguido ofrecer una arquitectura uniforme y homogénea a todos los pueblos y alquerías de Las Hurdes.
Unos metros más adelante llegamos a uno de los puntos clave de la ruta de la Meancera, un punto en el que una pequeña indicación nos obliga a cruzar el río para seguir avanzando. La orografía del lugar es tan abrupta en este tramo que tuvieron que construir parte del sendero al otro lado del arroyo, siendo necesario atravesar el río para avanzar.
Ya en el otro extremo, a escasos metros, una nueva flecha de madera nos indica que tenemos que volver a cruzar para retomar el sendero original. ¡Qué divertido! 😛
Esta singularidad de la ruta resulta la parte más “peligrosa” en épocas en las que el río baja con abundante caudal, los cantos rodados pueden provocar algún que otro indeseado resbalón…
Aunque bien es cierto que si realizas la ruta en agosto, como nosotras, no correrás ningún riesgo; pues el río Malvellido bajará prácticamente seco. 😉
De todas formas, esta situación cambiará en breve, durante nuestro ascenso pudimos comprobar el estado de las obras que está llevando a cabo el ayuntamiento de El Gasco para evitar la necesidad de cruzar el río.
Unas obras que pretenden que el sendero, en sentido subida, siempre vaya por el lado derecho del arroyo, evitando así riesgos y problemas innecesarios en épocas de grandes lluvias.
¿A qué es muy buena idea? ¡Eso pensamos nosotras!
Tras media hora de trayecto llegamos al último tramo de la ruta. Este tramo es el que mayor esfuerzo físico requiere por presentar cierta pendiente que puede resultar algo incómoda para los senderistas poco acostumbrados (como es nuestro caso).
Afortunadamente sólo son 100 metros y, enseguida apareció, como de la nada, la imponente montaña que nos hizo olvidar este último tramito, jejeje.
Y te estarás preguntando… ¿Y el flamante salto de agua que esperabas? Pues ahí está, ese finísimo hilo de agua que ves deslizarse por la gran roca es ¡El Chorro de la Meancera! versión veraniega. 😛
La verdad es que no nos sorprendió. Viendo el cauce del río, era fácil imaginar el estado de la cascada, jejeje.
Pero no te preocupes. Esta situación de escasez de agua sólo se da en los principales meses de verano. En meses de abundantes lluvias, el Chorro de la Meancera explosiona con toda su fuerza y luce todo el esplendor que lo ha hecho tan famoso. Mirad estas fotografías de otros senderistas…
Mejor, ¿verdad? En fin, tendremos que volver en primavera, jejeje.
Justo enfrente de la gran montaña hay un mirador muy bien puesto para poder deleitarte con las vistas sin mojarte… Ya comprobaremos su eficacia la próxima vez que vayamos. 😉
De la impresionante cortina de agua no pudimos disfrutar. Sin embargo, no nos resistimos a coquetear con la balsita de agua que había en la base de la cascada; una poza de agua pura, cristalina y bien fresquita, que nos apaciguó el calor que habíamos ido acumulando durante todo el camino. 😉
Antes de emprender el camino de vuelta, pasamos unos minutitos jugando con la mascota de unos chicos que también estaban por la zona, un perro de la raza Agua que estaba chapoteando muy feliz en su particular piscinita de la Meancera.
¿Nos vemos en abril? 😉